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Testimonios de pasión: la figura femenina en la música cofrade

Hoy entrevistamos a Beatriz Muñoz Rubio, componente de la banda. Desde el 2013, decidió dar el paso y formar parte de nuestra formación con el tambor. Tras 7 años, es una de las “Chicas Elevación” más veteranas y, recientemente, parte de la junta directiva. Hoy hablamos con ella para conocer su opinión sobre la figura femenina en el mundo de las bandas de cornetas y tambores y su experiencia en ellas.

  • ¿Cuál o quién fue la motivación que te impulsó a formar parte de la banda?

De siempre veía a la banda por la calle y notaba que algo de mi decía que tenía que formar parte de ella. El paso lo decidí dar junto a dos amigas y ahora componentes de la banda. En un principio yo no quería porque pensaba que había mucho chico, pero finalmente me cuestioné el por qué no, por qué yo no podría formar parte de los verdes. Siempre me había llamado la atención el tambor.

 

  • ¿Por qué el tambor?

En verdad no lo sé, es un instrumento que siempre me ha llamado muchísimo la atención, lo veía pasar por la calle y pensaba que quiero tocarlos sea como sea y, de hecho, a día de hoy, ni se me ocurre el pensar dejar el tambor por otro instrumento.

 

A día de hoy ni se me ocurre el pensar dejar el tambor por otro instrumento.

 

Cuando llegué hablé con el entonces encargado de percusión para decirle que quería un tambor. Yo no sabía nada de música, por lo tanto, empecé de cero. Lo que si tenía claro es que quería un tambor sí o sí y, de hecho, siempre tenía el pensamiento de que no me iba a resultar difícil tocarlo, que yo iba a poder.

Recuerdo que en las primeras clases me dieron dos baquetas y encima de la mesa de lo que era nuestra antigua sede me ponía a “tocar”. Íbamos tres días a la semana y según iba evolucionando me dieron el tambor. Me acuerdo que al principio era todo tocar y andar, al principio es muy importante la sincronización entre el instrumento y tú y más con el tambor.

 

  • ¿Cuáles fueron tus sensaciones durante tus primeros ensayos?

Recuerdo que en mi primer ensayo pensaba “tierra trágame”. Pasé mucha vergüenza, pero a la vez estaba muy feliz. Mi cabeza sabía que había un nivel ya en la banda y tenía que igualarlo lo antes posible. A medida que pasaban los días y los meses yo sabía cada vez con más certeza que estaba en el sitio correcto, que había encontrado a mi segunda familia. De hecho, sigo teniendo en cada ensayo esas mariposillas en el estómago del primer día, todavía me sigo poniendo nerviosa porque llegue la hora de bajar a ensayar.

Debo agradecer a mis compañeros y a la junta que desde el primer día me hicieron sentir una más y cuando tenía un problema siempre estaban ahí para ayudarme en lo que sea. Si algo no me salía ellos me lo repetían hasta que me lo aprendía, siempre con una sonrisa en la boca.

 

  • ¿Cómo fue tu primera Semana Santa?

Pues mira, en mi primera Semana Santa se estrenaba nuestro actual titular y no salió porque llovió esa tarde. Yo llorando pensando que aquel no era mi año. El sentimiento de impotencia y rabia me invadía por dentro. No sabía lo que era el paseíllo de la Elevación, no sabía lo que era ir detrás de él. Lo vi tan cerca que no pude aguantarme las lágrimas. De hecho, llegué a mi casa llorando, me encerré en mi cuarto y cuando me había dado cuenta me dormí entre lágrimas.

Por el resto de la Semana Santa tengo buenos recuerdos. El Sábado de Pasión después de nuestro pregón, durante el pasacalles que hacemos hasta el teatro, yo estaba como un flan. No podía controlar los nervios. Una vez me pusieron la medalla sentí un subidón que todavía sigo con él. Al día siguiente, Domingo de Ramos, fuimos a Linares. Me impresionó mucho tocar detrás de un misterio andaluz, sus levantadas, sus cambios… El Martes Santo fuimos a Écija, que me acuerdo que llovió y no pudimos salir. Miércoles con la oración aquí. El jueves en Fernán Núñez y por la tarde en el pueblo y ya el Domingo de Resurrección en Alcázar, que creo que también llovió.

 

  • ¿Cómo crees que ha evolucionado el papel de la mujer en los últimos años? ¿Crees que cada vez hay más mujeres que se atrevan a dar el paso?

Creo que una chica en la banda no tiene nada de malo. Es más, cada vez hay más. Si miramos atrás hace 15 años no había ninguna chica en las bandas de cornetas y tambores, eran todo hombres. Creo que no nos daban la oportunidad de hacernos valer y decir “oye mira, que yo puedo tocar igual de bien que tú”. ¿Pero por qué no? ¿Por qué una chica no puede tocar un tambor o una corneta? Una chica tiene o debe tener los mismos derechos que un chico en la banda.

 

¿Por qué una chica no puede tocar un tambor o una corneta? Una chica tiene o debe tener los mismos derechos que un chico en la banda.

 

Yo al principio pensaba que el tambor era un instrumento de chicos, pero reflexionando me dije que por qué no, por qué él lo puede tocar y yo no. Y entonces di el paso. Tuve la suerte que nadie me puso impedimentos, al contrario, la gente me animaba a coger el tambor y la banda me lo facilitó mucho. No tengo queja alguna.

Esto solo requiere esfuerzo. La clave es trabajo continuo, escuchar marchas y ensayarlas hasta aprenderlas. No es cuestión de sexos.

Yo tocando muchas veces voy en punta y, tanto aquí en el pueblo, como fuera, muchas veces he escuchado comentarios como “ole las chicas lo que valen”, “mira que arte tienen las chicas de la Elevación” o “da gusto veros tocar”.

Me gustaría aprovechar para decirle a todas las chicas que les gusta y están dudando en apuntarse o no que lo hagan, que no les de vergüenza porque es una cosa más. Desde fuera se ve de una manera, pero desde dentro es totalmente diferente. Yo no me arrepiento nada de haberme apuntado.

 

  • ¿Crees que llegará el día en que la mujer ocupará cargos importantes dentro de una banda, como presidenta, directora o secretaria?

Yo veo que el papel femenino cada vez está más presente en el mundo de la Semana Santa. Cofradías, nazarenos, cuadrillas de anderos o bandas, cada vez hay más mujeres. Por suerte, en nuestro pueblo las juntas de gobiernos de muchas hermandades ya cuentan con mujeres, ahora. Antes no sé por qué estaba mal visto. Antes ser andera o costalera estaba mal visto. ¿Por qué? ¿Por qué no tengo fuerza? ¿Porque soy más débil? Pues no, ahora hay cuadrillas de mujeres demostrando que pueden hacerlo igual o mejor. Así que sí, creo que la mujer cada vez tiene más voz en este mundillo.

 

  • Anécdotas y experiencias

Como anécdotas, tengo muchísimas. No sé por dónde empezar.

Por ejemplo, en mi segundo año, el Domingo de Ramos no pude tocar en el pasacalles de antes de la procesión porque se me olvidó la bandolera en el autobús. Yo me vestí rápido y como llevamos la chaqueta encima pues se me olvidó. Tuve que hacerle de dar la vuelta al conductor a posta y yo más colorá que un tomate.

Otra vez en la procesión de San Antón se anunció Sangre de tu Sangre en la plaza y a la hora de empezar fui la única que entré. Yo pensaba que la había liado, que me había equivocado yo sola y resultó que fui la única en enterarse de la marcha que íbamos a tocar.

Y me quedo en concreto con un momento: la salida del Cristo de la Elevación mi segundo año a sones de “Excelsum Est”. Cuando vi salir el misterio por el atrio de la iglesia y los primeros rayos de sol en su piel… Nunca se me va a olvidar. El inicio de la marcha define perfectamente el misterio y la fuerza de la imagen. Una vez finalizada la procesión y con el cristo ya guardado en la iglesia, pasé a verlo y pensé “Si. Esta es mi segunda familia. Esto es lo que necesitaba. Este es mi lugar. Gracias.” Y, desde entonces, no ha cabido en mi cabeza el irme. Creo que la banda es como una procesión, hay momentos buenos y no tan buenos, hay calles mejores y peores.

 

Una vez finalizada la procesión y con el cristo ya guardado en la iglesia, pasé a verlo y pensé “Si. Esta es mi segunda familia. Esto es lo que necesitaba. Este es mi lugar. Gracias.”

 

Como experiencia me quedo con todo. La banda ha pasado a formar parte de mi vida, no me imagino un futuro sin ella. De ella he sacado muchas lecciones de vida, muchos amigos y amigas y a mi actual pareja. Yo creo que la banda ha definido parte de mi actual personalidad. No puedo explicar lo que se siente en la banda detrás de un paso con tu gente, es una cosa que hay que vivirla. Animo a todos y en especial a todas a que, si les gusta, no duden en apuntarse. Es otra forma totalmente distinta de vivir la Semana Santa y la música junto a compañeros que se transforman en amigos.

 

No puedo explicar lo que se siente en la banda detrás de un paso con tu gente, es una cosa que hay que vivirla.

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